Textos a leer:
1)Pérez González, C. (2016). Reflexiones sobre la clínica del acompañamiento terapéutico en Agora. VIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIII Jornadas de Investigación XII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
2)Macías López, M.A. (2017).
Algunas precisiones en relación con la transferencia en el AT. Cuando el goce
llama. En Frank, Costa y Hernandez (comps.) “Acompañamiento terapéutico”.
Córdoba: Brujas. (Paginas 115 a 122).
http://www.biblioteca.cij.gob.mx/Archivos/Materiales_de_consulta/Drogas_de_Abuso/Articulos/Libro-Acompa%C3%B1amiento-Terapeutico.pdf (Paginas 115 a 122).
Guía para la clase y ficha de cátedra:
Vamos
primeramente a retomar un concepto que, por lo que observé en los trabajos
prácticos, aún no quedó del todo claro: el concepto de principio del placer. Es
necesario no confundir principio de placer con hedonismo. El principio del
placer no tiene que ver con la satisfacción inmediata de los deseos. Sino que
remite a la cuestión energética del aparato psíquico, es decir, a mantener lo
más bajo posible el nivel de energía, prevenir sobrecargas, realizar las
descargas correspondientes para mantener un nivel constante.
Hoy
vamos a incorporar otro concepto, el de “compulsión a la repetición”. Es un
concepto que aparece en el texto de Freud: “Más allá del principio del placer”,
escrito en 1920.
En
ese texto Freud postula que existe una tendencia de psiquismo y del cuerpo
viviente a volver al estado anterior, de todo lo animado a volver a lo
inanimado. A su vez, la meta de la vida es la muerte, es decir, toda vida
culmina, viene de y va hacia la muerte. Pero también hay una tendencia a
prevenir toda muerte que no sea por causas intrínsecas, naturales, una
tendencia a perdurar la vida todo lo posible.
Esa
es la naturaleza de la pulsión y va más allá del principio del placer. Es una
tendencia innata, forma parte de todo ser vivo y se vincula con la constitución
misma del universo (la teoría del Big bang plantea que de lo inanimado surgió
lo animado). Freud encuentra pruebas de esta compulsión a la repetición propia
de la pulsión de muerte en el juego infantil (cuando lxs niñxs buscan siempre
jugar a lo mismo, mirar las mismas películas o contar los mismos cuentos muchas
veces) y en las pesadillas de las neurosis de guerra, que retrotraen una y otra
vez a la situación traumática.
A
su vez, hay otro motor de la vida que se construye en el vínculo con un otro:
el deseo. Este deseo remite a la falta que habita en todo ser humano, a que
ningún objeto y ningún otro nos completa, que vivimos en con una insatisfacción
que persiste y con una imposibilidad de encontrar un objeto que la colme.
El
acompañante terapéutico tiene que trabajar con la pulsión. ¿qué significa?
Hacer circular la pulsión, organizarla, que no se fije o enquiste. Promover
síntesis de la pulsión, ordenar el caos pulsional que, como en la primera
infancia, nos supera. Poner un límite a la pulsión, poner un límite al sujeto y
al otro. Que se mueva por diferentes rumbos, que se ligue a objetos y personas,
a vínculos. A efectos meramente esquemáticos vamos a puntuar 4 tipos
fundamentales de expresiones de la pulsión y sus correlatos desde la lectura de
Lacan:
-Pulsión
oral, cuya fuente somática es la boca, y su objeto puede ser el alimento o todo
lo que se ingiera o escupe.
-Pulsión
anal, cuya fuente es el ano, su primer objeto son heces que operan expulsando y
reteniendo al objeto.
-Pulsión
escópica, cuya fuente son los ojos, la mirada, y sus acciones el mirar y ser
mirado.
-Pulsión
invocante, cuya fuente es el oído, su objeto la voz y sus operaciones el llamar
y ser llamado.
Todas
estas pulsiones entran en juego en nuestra vida cotidiana. La pulsión puede tener
varios destinos: la vuelta hacia la propia persona, convertirse en lo contrario
(ya sea de activo a pasivo o cambio en el contenido, amor por odio), la
represión y la sublimación. Este último fin de la pulsión (la sublimación)
remite a lo social, cultural, laboral, artístico, puede ser también un hobbie.
Permite canalizar la energía pulsional en una actividad cultural. Descargar la
energía pulsional de forma “saludable” es un objetivo terapéutico.
A
su vez, permitir el despliegue del deseo es otro objetivo que se vincula con la
dimensión pulsional. La finalidad principal del deseo es seguir deseando,
seguir siendo deseo de otra cosa, seguir avanzando, cambiando, recorriendo
nuestras vidas incorporando cosas nuevas que nos movilizan, que nos producen
disfrute, desafíos, superar inhibiciones y barreras, aprender.
También
implica hacerle frente a esa compulsión a la repetición, ya que va a
presentarse continuamente porque es una tendencia humana. Lacan llama goce a
esa tendencia, que denomina de diversas formas, por ejemplo como: “displacer en
el placer”
Vamos
a leer en conjunto algunos fragmentos del texto de Cintia Perez Gonzalez, para
situar las siguientes cuestiones:
Características
de caso: mujer esquizofrénica
-Cambio
continuo de instituciones
-Ineptitud
de los profesionales de la salud señalada por la madre de la paciente
-Ambivalencia
hacia la madre: amor/odio. Fallas en la construcción del objeto total y de
síntesis pulsionales (amor y odio juntos, no solo por separado).
Coordenadas
clínicas:
1)
no retroceder ante la psicosis. Lacan postula esta premisa, en contraposición a
Freud que decía que el psicoanálisis solo era posible para caso de neurosis. El
abordaje de la psicosis desde el acompañamiento terapéutico remite a restituir,
establecer, optimizar lazos sociales: y esto se refiere no solo a los vínculos
sino a todo tipo de actividades: laborales, artísticas, deportivas, hobbies,
culturales en general. El acceso y la participación en la cultura compartida es
un factor de tratamiento.
2)
La metáfora de la madre cocodrilo: significa, en palabras simples, que el
sujeto queda atrapado en el deseo de la madre. Por ello, la orientación clínica
propuesta busca que el paciente y la madre encuentren lugares diferenciados en
el tratamiento, y despegar al sujeto del discurso materno. De esta manera,
buscamos resituarlo en un discurso más propio.
3)
Acotar el goce: reducir lo más posible esta compulsión a la repetición de
patrones que consideramos patológicos y también habilitar nuevas vertientes de
expresión de la subjetividad.
4)
No interpretar al psicótico: no hay un sentido oculto tras el delirio o la
alucinación. Ambas expresiones son para el psicótico una certeza, que no
podemos cuestionar si queremos ser escuchados. No juzgar al sujeto, creer en su
versión subjetiva, es fundamental para entablar un vínculo. Permitir el
despliegue del discurso psicótico pero tratar de situarlo en lugares
pertinentes. Hablar de eso (el delirio, la alucinación, porque el psicótico lo
necesita) pero no en cualquier lugar.
5)
No responder como oráculo: no ser la sede de las respuestas, ni plantear
respuestas generalizables, enigmáticas o con doble sentido. Siempre buscar la
dimensión particular y subjetiva, dar mensajes claros y desde la literalidad:
si no corremos el riesgo de que el sujeto no nos comprenda y dañar el vínculo.
Vamos
a leer y situar las distintas intervenciones del AT. A partir del texto,
aparece como muy importante considerar que a veces es necesario reordenar y
resituar intervenciones anteriores fallidas. Eso en sí mismo es una
intervención, que se hace necesaria para proponer algo diferente.
Luego,
vamos a tomar algunos párrafos del texto: “Algunas precisiones en relación con
la transferencia en el Acompañamiento Terapéutico. Cuando el goce llama”, de
Marco Antonio Macías López
El
autor habla de dimensiones del goce. Una es la transgresión de la ley, y por
ley nos remitimos al complejo de Edipo, con la ley que prohíbe el incesto, lo
mortífero y habilita la dimensión subjetiva y deseante, en el sujeto y en lxs
otrxs.
Una
nueva coordenada clínica que aporta el autor es la cuestión de la proximidad y
distancia con el paciente y su necesidad de recalibrarla en cada encuentro.
Situamos
aquí algunas citas que puntuamos para debatirlas en clase:
1)
“En el campo de AT y en particular en el del
llamado psicótico, se ha llegado a precisar que hay una primera condición:
soportar el diálogo, la presencia y los actos de alguien, que en lugar de usar
la carretera principal, transita por los atajos y circuitos más inverosímiles.
Soportar el encuentro con alguien que va a valerse del lenguaje de modo
diferente. Soportar la diferencia y lo que hace la diferencia. Se puntúa
entonces: ¿Qué implica esta posición? Se trata de no querer llevar al llamado
psicótico a donde no puede. Se trata de no intentar la “normalización”.”
2)
“Cuando
se realiza dicha función de acompañamiento en una crisis psicótica por ejemplo,
generalmente nos encontramos ante un contexto como el que señala Héctor
Fenoglio (2010): “La mayoría de los profesionales consideran a las crisis
psicóticas como situaciones muy peligrosas para la integridad física y psíquica
del paciente, por lo cual el objetivo prioritario y urgente –como si se
estuviera ante un incendio– debería consistir en
“ahogar” o “apagar” la crisis, lo más rápido posible y de la manera en que se
pueda. En tal sentido, la respuesta casi automática y más habitual se reduce a:
1) control farmacológico masivo y estricto y, 2) control y vigilancia
institucional. Es decir, la internación. Sin embargo, semejante reducción es
altamente cuestionable”. Señala además que es muy fuerte y arraigado el
prejuicio de que los psicóticos en crisis no están en condiciones de tomar
decisiones de ningún tipo, por lo que se hace necesario decidir casi todo por
ellos. Este prejuicio, sumado al terror por la supuesta alta peligrosidad para
sí y/o para terceros del psicótico en crisis, viene permitiendo y hasta
propiciando internaciones innecesarias sin recurrir antes a otro tipo de
medidas más adecuadas, como la internación domiciliaria, el hospital de día,
etc. De esta manera se termina en lo clínico, se despoja al psicótico de su
posición de sujeto, se lo reduce a mero objeto de manipulación y en lo
político, se justifica la violación de los derechos humanos de los pacientes,
quienes no son tomados en cuenta a la hora de ejecutar decisiones importantes
sobre su vida.”
3)
“Toda crisis es una oportunidad
inmejorable para establecer o relanzar el vínculo terapéutico. Antes de
pretender curar el síntoma, es importante localizar qué lugar ocupa en la
estructura subjetiva. Qué soporta ese síntoma en el sujeto, qué función tiene
en la estructura.”
4)
“tomados por la pulsión de muerte
uno sabe lo que le hace daño y vuelve a lo que le hace daño, creándose y
fortaleciéndose un goce ruinoso. Podemos puntuar que somos objeto de la
repetición, hay algo que vuelve siempre al mismo lugar. No es que yo repita,
hay algo que se repite en mí, hay un real en la repetición que se impone.
Tenemos entonces que la presencia de asilos como formas de “atención y
rehabilitación” pueden dar lugar a victimizar y eso exacerba el goce, incentiva
la repetición, de ahí que se presenten las continuas reclusiones en dichos
asilos. Ya Lacan había mencionado que cuando alguien se ubica en posición
masoquista, se vuelve el agente de aquello que va a sufrir, esto es, se
propicia el propio sufrimiento. Si alguien está en posición masoquista, al
encontrar el castigo se acentúa el goce, abandonarse a otro, a dios, al tirano,
al “padrino” de un anexo puede ser para muchos en esa posición, placentero. Al
crear un gusto en el dolor y un gusto a la autoridad en el sometimiento, la ley
incrementa el goce masoquista; es un punto gozoso de la ley, pues refuerza el
goce que pretende regular, podemos puntuar que es una vía de insistencia y de
acceso para el goce.
5)
“Repetimos lo peor de nuestra
historia, lo que no podemos recordar, elaborar con los recursos que tenemos, lo
repetimos, hay algo que vuelve y se nos impone. De ahí que el análisis puede
crear las condiciones para poner un alto a la repetición, que nos pueda gustar
otra cosa que no sea el dominio y la sumisión, pues el goce del Otro no es
benévolo. Que al poder nombrar lo imposible de decir, el sujeto, sujeto como efecto
del inconsciente, tome nota de que algo extraño está pasando, produciéndose un
sujeto que pueda hacerse responsable con lo que está ocurriendo. Es importante
discriminar que hay modos de disolución de sí que son liberadores, fuera de ese
Otro que quiere algo de mí. No necesariamente darse a devorar. Hay formas de
disolución de sí que no son masoquistas. Por ello decíamos, consideramos como
una opción al análisis, que libera de esa prisión de ese Otro que quiere algo
de mí. Aunque… la libertad tiende a asustar.”