Ficha de cátedra Nº5:
Síntesis del Bloque Nº3 – Prof. M. Luciana Nogueira
Las críticas a los manuales de la
Asociación de Psiquiatría Americana (el DSM o Manual de los Desórdenes
Mentales) y de la Organización Mundial de la Salud (la CIE o Clasificación Internacional
de Enfermedades) que vimos en este bloque provienen tanto de sectores
opositores a la psiquiatría hegemónica como de sectores que toman como eje
teórico al psicoanálisis.
A modo de síntesis, ordenaremos estas
críticas en base a tres tópicos:
1) CONCEPCIÓN
PSICOPATOLÓGICA:
La concepción de padecimiento
mental como “trastorno” de la psiquiatría hegemónica implica una visión
utilitarista y pragmática del sufrimiento y del campo de la salud mental. El
padecimiento mental se desvincula de las causas sociales, histórico-culturales,
económicas, familiares y vinculares que contribuyeron a su origen. Por el
contrario, el trastorno es concebido como un agente externo y como un “cuerpo
extraño”, que como un virus “infecta” al sujeto y produce su sintomatología, de
lo que el sujeto debe deshacerse lo antes posible. Desde esta perspectiva, se
le resta importancia a la teoría que fundamenta al padecimiento mental y cómo
el mismo se enmarca en cada configuración subjetiva particular. A su vez, la
expresión de cada trastorno se concibe como idéntica en toda la población, y
por ello el tratamiento también es homogéneo y no requiere basamento en ninguna
hipótesis etiológica.
El afán mercantil sobre la
enfermedad y el esfuerzo por evitar cualquier tipo de cuestionamiento del orden
social impuesto, desemboca en la patologización de la vida cotidiana, en
particular la de la infancia. Asimismo, procesos esperables en determinadas situaciones
o ciclos vitales se catalogan como patológicos, provocando una expansión del
espectro de anormalidad con el consiguiente achicamiento del campo de lo “normal”.
Para el psicoanálisis, en cambio,
el padecimiento mental está atravesado por una perspectiva ética, y por la
expresión particular de los conflictos subjetivos en una determinada comunidad
y sistema social, económico y político. Los síntomas “hablan” y “dicen” sobre
el sujeto que los porta, si bien hay criterios diagnósticos ningún padecimiento
se presenta igual en dos sujetxs. Son partes constitutivas de un
entrecruzamiento de coordenadas subjetivas en un momento dado, que se expresan en
contextos precisos. Desde una teoría en permanente construcción sobre la
causalidad y el abordaje de los padecimientos psíquicos, su abordaje se basa en
la producción de salud mental, teniendo como eje la constitución, consolidación
o restablecimiento de lazos sociales y de producción de subjetividad
2) TRATAMIENTO:
Para la psiquiatría dominante, el
objetivo del tratamiento es la supresión de los síntomas, y para ello se
privilegia como metodología el uso de psicofármacos. Bajo la premisa de la patologización
creciente, se procede a la medicalización de la sociedad. La finalidad es el control
del desorden, bajo el ideal de adaptación e integración ligado a la necesidad mercantil
capitalista de producir y consumir. El padecimiento mental es considerado
anormal y provocador de desorden social, por ello, bajo la premisa de un
supuesto beneficio colectivo, se ataca al trastorno a fin de erradicarlo del
sujeto.
A diferencia de esta concepción,
el psicoanálisis prioriza la palabra y el vínculo como vector del tratamiento. Poner
en palabras ante otrxs, agentes de salud mental, el malestar y/o sufrimiento y sus
conexiones con la historia subjetiva y el contexto, expresar su relación con
deseos, límites, situaciones, lazos, que el sujeto padece y quiere transformar,
son brújulas del tratamiento. La problematización subjetiva de normas morales y
sociales que oprimen al sujeto se considera saludable. La posibilidad de
instaurar propias normas y de cierto grado de disfrute en el malestar colectivo
en la cultura, la expresión subjetiva de algo del orden del deseo, la canalización
de la pulsión en lazo social, son indicadores de salud. Desanudar, mediante la
palabra, el sentido del síntoma que oprime al sujeto y lo detiene en su vida,
tiene estos objetivos.
3) POSICIÓN
DE LXS AGENTES DE SALUD:
Para la psiquiatría hegemónica,
el agente de salud es quien posee el saber tanto sobre la sintomatología como
sobre el tratamiento. El paciente debe limitarse a obedecer sus dictámenes lo
más fielmente posible para acceder a su curación. No importan los efectos
adversos de los psicofármacos porque el objetivo es eliminar el síntoma. Si
surgen nuevos síntomas, son responsabilidad de la debilidad del sujeto o de la
hostilidad del entorno, nunca es responsable de esto el médico ni se pone en
duda la eficacia del tratamiento adoptado.
Desde el psicoanálisis, los
agentes de salud solo cobran importancia en relación con la persona asistida. Es
la propia persona quien posee el saber de su padecimiento, y por ello el agente
de salud debe, sobre todo, escucharla. Las propuestas de intervención y
tratamiento se basarán en esta escucha, y su puesta en diálogo con el paciente
es lo que demostrará, a posteriori, su eficacia y repercusiones subjetivas. Si bien
los psicofármacos pueden acompañar el resto de los tratamientos en determinados
momentos, o en ciertos padecimientos, nunca son los protagonistas centrales del
mismo, si no la propia persona, y como reelabora sucesivamente, con ayuda del
agente de salud, su configuración vital.
***
En cuanto a la Ley Nacional de
Salud Mental, desde el psicoanálsis marxista se destacan las reelaboraciones y
nuevos interrogantes que introdujo esta ley, en especial el cambio de
concepción de la enfermedad al padecimiento subjetivo y su imbricación con los
derechos humanos en sentido amplio. A su vez, se señalan límites de dicha ley,
en particular:
-las
deficiencias presupuestarias, de recursos y de profesionales,
-el
bajo salario y la precarización laboral de gran parte de lxs agentes de salud,
-la
falta de dispositivos que suplanten a los manicomiales,
-la
persistencia de la judicialización de lxs sujetxs con patologías mentales,
-el
carácter clasista que aun impera, ejemplificado en la creciente privatización
de la salud mental con la consecuente exclusión de amplios sectores populares
con bajos recursos.