viernes, 23 de agosto de 2019

Una mente brillante


Una mente brillante - online


Análisis de la película “Una mente maravillosa”
En esta película, así como en la anterior, también podemos ver el delirio psicótico desde la perspectiva de la realidad psíquica del sujeto y desde la realidad social compartida, lo que nos permite vivenciar la creencia indubitable del protagonista con respecto a su construcción delirante y las formas de justificar el descreimiento de los otros al respecto. Al tratarse de un caso real, tal como en “Las horas”, y de un genio matemático, podemos ver un delirio muy organizado y fundamentado.
Lo especialmente interesante del caso de John Nash son los dos momentos en el desarrollo de su padecimiento, marcados por el primer y segundo brote psicótico. En el primer momento surgen las alucinaciones visuales y todo el argumento de su trabajo como espía. Su primera alucinación es un amigo, que lo acepta tal cual es y compensa sus dificultades para relacionarse con los otros. La segunda aparición es de otro orden, un personaje muy lúgubre que ocupa el lugar de “jefe”, involucrándolo en tareas secretas y peligrosas. La tercera alucinación es de índole tierna, ya que representa a la sobrina de su amigo con quien se vincula desde el cuidado y la protección. El personaje de Charles sustenta su percepción de signos que solo están destinados a él o que solo él puede ver en diarios y revistas. Los mismos constituirían mensajes secretos vinculados a la ubicación de una bomba que el gobierno ruso haría explotar en USA. Vemos aquí cómo el delirio tiene un sustento en el contexto de la extendida guerra fría, propio de la época y el lugar en el que vive Nash.
Los síntomas que observamos son: pérdida de la realidad, alucinaciones, delirios de persecución, trabajo intelectual excesivo sin fines reales, la automutilación (buscándose un implante), dificultad para relacionarse con lxs otrxs (sobre todo con las mujeres) y afán de superioridad. En este primer momento no hay conciencia de enfermedad, supone que el psiquiatra es un ruso que lo capturó, y que su mujer le cree en su diagnóstico de esquizofrenia. Aquí le prescriben una medicación con efectos secundarios que Nash rechaza, tales como la dificultad para realizar trabajo intelectual y para mantener relaciones sexuales con su mujer. También observamos la apatía por el entorno y un empobrecimiento libidinal.
La reclusión en su hogar, sumado a estos efectos nocivos de los psocofármacos, es el marco en el que se desarrolla una nueva construcción delirante que se expresa como una continuación de la anterior. La salida de la misma proviene de la realidad: su mujer considera inaceptable que haya dejado a su bebé en la bañera a punto de ahogarse (al cuidado de su amigo alucinado), y que haya tenido una reacción violenta cuando ella llamó al psiquiatra por teléfono. Pero aquí, en la situación límite que implica la partida de su mujer y a su hijo, John alcanza una comprensión de su construcción delirante: mediante el razonamiento observa que la niña que alucina no ha crecido a lo largo de los años. Podemos animarnos a interpretar aquí que John se esforzó por conservar el lazo con la realidad y sus vínculos reales por sobre su construcción alucinatoria, y este fue el primer indicio de una posibilidad real de estabilización.
La estabilización en la psicosis es una búsqueda clínica que no siempre llega a puerto, pero este caso demuestra que es una posibilidad real de bienestar y lazo social para el psicótico. La prescindencia de los psicofármacos en primer lugar, la vuelta a la universidad, el reemplazo por otra medicación “más efectiva” (en la película no sabemos cuál es), son las coordenadas terapéuticas de su vida luego de este segunda crisis. Su lucha conciente y continua por ignorar las alucinaciones que continuaron durante toda su vida y por aferrarse a la realidad compartida, es tanto o más loable que sus desarrollos académicos, que lo llevaron a ganar un premio nobel.

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